Visitar un cenote en la Riviera Maya no sólo es nadar y divertirse, son ecosistemas vivos formados durante millones de años sobre roca caliza, con aguas ricas en minerales que dan vida a uno de los sistemas subterráneos más asombrosos del planeta.
Al visitar una cueva, río subterráneo o un cenote semiabierto, podremos encontrar un detalle que muchos visitantes no conocen: lo que flota en el agua no siempre es suciedad, y lo que llevamos en la piel puede causar daños invisibles... pero graves.
El suelo de la península de Yucatán (Quintana Roo, Campeche y Yucatán) está compuesto principalmente por piedra caliza, una roca porosa que actúa como un filtro natural. Cuando el agua de lluvia se filtra a través de esta roca, arrastra consigo minerales como calcio, magnesio y otros elementos que se disuelven en el agua de los cenotes.

Esto explica por qué el agua puede tener una textura distinta o una ligera nubosidad en zonas donde estos minerales están más concentrados. No es suciedad, es naturaleza en su estado más puro.
Cuando entramos a un cenote sin habernos duchado, los aceites naturales del cuerpo, así como residuos de bloqueadores solares, cremas, perfumes o repelentes, se mezclan con estos minerales. Esta mezcla puede alterar el equilibrio del agua y provocar la dispersión de partículas, haciendo que el agua pierda su claridad y afectando los procesos naturales dentro del ecosistema.
Además, estos residuos se adhieren a las paredes del cenote y a las formaciones minerales como estalactitas y estalagmitas, interrumpiendo su crecimiento milenario y provocando su degradación; El solo contacto con nuestras manos puede dejar aceites que alteran su superficie y frenan su desarrollo. Por eso, no deben tocarse bajo ninguna circunstancia.
La conservación empieza con pequeños actos. Antes de ingresar a un cenote:
- Dúchate con agua limpia, sin jabón. Elimina aceites y productos de la piel.
- Evita usar bloqueador solar, cremas, maquillaje o repelente, incluso los que dicen ser “biodegradables”.
- Sigue las reglas del ecoparque o guía local. Ellos están ahí para proteger este patrimonio natural.
Visitar un cenote es entrar a un santuario natural. Cada gota de agua, cada mineral suspendido, cada formación que ves, ha estado ahí mucho antes de nosotros. Con respeto, cuidado y conciencia, podemos asegurar que siga ahí para las generaciones futuras.
